La historia de mi vida

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Tatiana edith Rodríguez perez

El 4 de octubre de 2008, a las 11:45 p. m., nació una hermosa niña en el hospital Amador Guerrero, en la provincia de Colón. Sus padres, Argelis Pérez y Eusebio Rodríguez, la llamaron Tatiana. Poco tiempo después, los médicos le diagnosticaron sinusitis maxilar, una enfermedad hereditaria.

La noticia impactó a la joven pareja, especialmente al padre, quien también sufría de sinusitis y se sentía en parte responsable de la condición de su hija. Sin embargo, los médicos los tranquilizaron, asegurándoles que la bebé podría llevar una vida feliz y normal. Los padres no sospecharon que esta condición médica sería la causa de otro padecimiento para su pequeña.

Todo transcurrió con normalidad hasta la llegada de la pandemia del COVID-19. El Ministerio de Salud (MINSA) y el Ministerio de Educación (MEDUCA) informaron a la población sobre la suspensión de clases en todos los planteles educativos para proteger a la comunidad. Durante este tiempo, la vida de Tatiana fue relativamente tranquila.

En 2022, ambos ministerios anunciaron el regreso a las clases presenciales, con las medidas sanitarias correspondientes. Tatiana se emocionó al saber que volvería a la escuela. Aunque ansiosa y nerviosa, estaba lista para iniciar el octavo grado. Sin embargo, la nueva realidad le generaba confusión y miedo, ya que no conocía a nadie en su nuevo colegio. La presión acumulada le causó malestar físico, presentando uno de los síntomas de su enfermedad: un sangrado nasal que la dejó al borde del desmayo.

En el aula, Tatiana no tuvo una buena experiencia. Sus compañeros se burlaban de su dolencia, lo que la hacía sentirse muy mal. Decidió aislarse, sentándose sola en un rincón, evitando interactuar con los demás. La situación afectó su vida social, ya que esos jóvenes la hacían sentir insignificante y no valorada.

Panamá lidera reportes de casos de acoso escolar en la región de acuerdo con un informe de la Organización Global de Prevención ante el Bullying, que reveló que el nivel de este comportamiento en los colegios es del 48.1%, afectando la salud, el bienestar, el desempeño académico, el ejercicio de los derechos y el rendimiento académico de las víctimas.

El tiempo pasó, y en 2023, al comenzar el noveno grado, el acoso escolar disminuyó. Tatiana, más tranquila, logró hacer nuevos amigos y su vida social mejoró notablemente. Por fin sentía que la aceptaban.

No obstante, la calma fue breve. Un compañero comenzó a burlarse de ella nuevamente, haciéndole comentarios crueles frente a todos, con el único fin de entretenerse a costa de su sufrimiento. Durante ocho meses, Tatiana soportó estas humillaciones, hasta que un día decidió que no podía más y se acercó a su consejera, la profesora Yoleyma Chong, para hablar de lo que estaba pasando.

Tatiana se desahogó con la docente, quien le brindó apoyo y tomó la decisión de convocar a la madre del chico para una reunión el 17 de agosto de ese mismo año. Tras el encuentro, se llegó a un acuerdo: el muchacho prometió dejar de molestarla. Tatiana, al fin, sintió alivio y tranquilidad.

Después de ese episodio, Tatiana habló con su padre. Él le dijo que todos enfrentamos dificultades en la vida, pero que cada experiencia nos deja una enseñanza. Le recordó que todo tiene un propósito, y que es importante aprender de cada situación. Estas palabras le dieron fortaleza a Tatiana y reforzaron su confianza en Dios.

Tatiana abrazó a su padre con gratitud y le agradeció por todo su apoyo.

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