Lazos de sangre con amor

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Arith Alvarado

El martes 28 de agosto de 1948, a la 1:50 a. m., nació David Sánchez en el Hospital América, en la ciudad de Panamá. A los pocos meses de vida, fue diagnosticado con una enfermedad que marcaría el rumbo de su vida: leucemia.

La leucemia es un tipo de cáncer que afecta los tejidos responsables de la producción de sangre en el cuerpo, incluyendo la médula ósea y el sistema linfático. Según explica el sitio web de Mayo Clinic, esta enfermedad generalmente involucra a los glóbulos blancos, que en condiciones normales crecen y se dividen de manera controlada para combatir infecciones. Sin embargo, en personas con leucemia, la médula ósea produce una cantidad excesiva de glóbulos blancos anormales que no cumplen su función adecuadamente.

Al recibir la noticia, su madre, Cáterin Castro, sintió una profunda tristeza y desesperación, ya que no contaba con los recursos para brindarle a su hijo el tratamiento que necesitaba. Además, el padre de David, Enrique Ziu, un hombre trabajador, se negó a brindarles apoyo. Enrique, incapaz de aceptar la enfermedad de su hijo, le manifestó a Cáterin que no quería tener un hijo enfermo. Este rechazo quebró el corazón de la madre, quien no entendía cómo alguien podía abandonar a su propio hijo en un momento tan difícil.

Desolada y sin apoyo, Cáterin se encomendó a Dios. Con todo su ser, pidió al Señor que sanara a su hijo, confiando plenamente en su infinita misericordia y compasión hacia los más necesitados.

Enrique, cegado por la ignorancia y la falta de amor, se burlaba de las súplicas de Cáterin. En una ocasión, en el hospital, la hirió con palabras crueles: "¿De verdad crees que pidiéndole a Dios va a sanar a ese niño enfermo?". Cáterin, entre lágrimas, le pidió que se callara y se marchara. Ante la insistencia de Enrique en seguir insultándola y burlándose de su hijo, los médicos y enfermeras presentes le exigieron que abandonara la habitación. Desde ese momento, Cáterin tomó la decisión de seguir adelante sola, con la convicción de luchar por su hijo sin importar las dificultades.

Con el paso del tiempo, Cáterin se convirtió en una verdadera guerrera. David creció rodeado del amor incondicional de su madre, quien lo cuidó y lo amó como el tesoro más valioso. Ella demostró que el amor de madre no tiene límites y es capaz de superar cualquier obstáculo.

A lo largo de los años, Cáterin y David han estado unidos por un lazo irrompible, el lazo de la sangre, fortalecido por el amor y el sacrificio. Juntos, han enfrentado y superado todos las pruebas que la vida les ha impuesto, mostrando que el amor puede vencer toda adversidad.

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