Esta historia me resulta profundamente triste y conmovedora. Habla de personas mayores y niños que huyen de sus países en busca de un nuevo horizonte, escapando de situaciones difíciles en sus hogares como la falta de trabajo, la pérdida de esperanza, la delincuencia, la extorsión, entre otras razones. Desesperados, arriesgan sus vidas al atravesar una selva tan peligrosa como la del Darién, con la esperanza de alcanzar el "sueño americano" en el norte.

Detrás de cada migrante hay una razón particular que los lleva a enfrentar los riesgos de esta travesía. La selva del Darién, que cubre más de 17 000 km², es la única vía terrestre que conecta Sudamérica con Centroamérica, a pesar de carecer de infraestructura como puentes o carreteras. Esta zona, poco poblada y con escasa presencia de autoridades, se convierte en terreno fértil para la acción de grupos al margen de la ley, quienes se aprovechan de los migrantes. Organismos como Unicef brindan apoyo psicosocial a quienes logran sobrevivir esta peligrosa ruta.

Muchos migrantes pierden la vida, incluso la de sus hijos, al intentar cruzar ríos como el Chucunaque, en la provincia del Darién, el río más grande de Panamá, con 231 kilómetros de longitud. Estos ríos son particularmente peligrosos para los niños.

Fuentes del Gobierno nacional indican que en la Ciudad de Panamá hay decenas de miles de migrantes que solo están de paso. Según el Servicio Nacional de Migración, en julio de 2022 cruzaron el Tapón del Darién 248 284 personas. Esta travesía puede tomar entre 7 y 10 días, o incluso más, dependiendo de las condiciones.

Además de los peligros naturales de la región, que incluyen animales salvajes, crecidas repentinas de los ríos, enfermedades y accidentes, los migrantes se enfrentan a robos, extorsiones, violaciones de sus derechos humanos e incluso accidentes de tránsito. A pesar de estos múltiples peligros, para miles de personas la migración sigue siendo la única opción para buscar un futuro mejor para sus familias.

El Darién es una vasta región selvática y pantanosa ubicada en la frontera entre Colombia y Panamá. Se le conoce como el "Tapón" porque interrumpe la Carretera Panamericana, la vía más larga del continente americano. Atravesar esta zona significa recorrer más de 100 kilómetros, un trayecto que cada año es recorrido por miles de migrantes.

Los que se aventuran por este camino enfrentan innumerables riesgos: lesiones en la piel por picaduras de insectos, esguinces y fracturas debido a las largas caminatas en terrenos húmedos y resbaladizos. El calor extremo, la falta de alimentos, la deshidratación y el agotamiento físico pueden llevar a fatiga extrema, hiperventilación, debilidad y, en algunos casos, fallos cardiorrespiratorios, según reportes gubernamentales.

Mi mensaje para los migrantes es que no arriesguen sus vidas ni las de sus hijos al intentar cruzar esta peligrosa selva. Sabemos que están atravesando momentos difíciles en sus países y que tienen un objetivo común: prosperar, pero los riesgos de cruzar el Darién son extremadamente altos.